Título original: Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait
Director: Emmanuel Mouret
Francia, 2020, 123 minutos
Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2020) |
El preciosismo que transmiten las imágenes de Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait (2020), en especial cuando la acción se sitúa en plena naturaleza, queda además subrayado mediante una banda sonora repleta, entre otras, de piezas tan célebres como el "Claro de luna" de la Suite Bergamasque de Debussy, la Gymnopédie Nº1 de Satie o el Adagio para cuerdas de Samuel Barber. Tópicos que, unidos a la morosidad de sus dos horas largas de metraje, conforman una película donde los devaneos amorosos de sus protagonistas parecen estar conectados por una especie de armonía universal.
En ese sentido, el guion del propio Emmanuel Mouret se recrea en los mismos lugares comunes, de un romanticismo sofisticado, por los que transita buena parte de su filmografía, adoptando, en esta ocasión, una estructura que bien pudiera recordar a la de determinadas novelas decimonónicas. Así pues, Daphné (Camélia Jordana) y Maxime (Niels Schneider) se explicarán el uno al otro los pormenores de sus respectivas relaciones sentimentales, hasta que finalmente, a fuerza de confidencias, termine saltando la chispa entre ambos.
El problema es que, tal y como reza el título del filme, a menudo media una distancia enorme entre lo que se dice y lo que se hace. De hecho, los personajes de las diversas tramas se unen y se separan con una facilidad pasmosa, dando a entender el carácter volátil de la pasión. Lo cual no impide, por otra parte, que tanto ellos como ellas se entreguen recíprocamente mientras arde el deseo en sus corazones.
De hecho, el viejo filósofo de ese documental en cuyo montaje trabaja Daphné aporta algunas claves al respecto: "El ser humano es feliz no poseyendo, sino dando..." Sabias palabras que contrastan con el sufrimiento de quienes se aferran a una aventura más allá del momento presente. Porque si alguna lección encierra esta historia, con todos sus enredos y demás complicaciones, es que hay que vivir el instante.
Sencillez y clasicismo en un film no exento de lirismo y delicadeza y matices de sofisticación, que yo creo que es de los que se disfrutan.
ResponderEliminarSin duda: tú lo has dicho.
EliminarO de cómo se puede hacer una película romántica inteligente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Eso es: de hecho, pese a ser una película muy francesa, la sombra de Woody Allen está muy presente.
EliminarUn abrazo.