Título original: Lustgården
Director: Alf Kjellin
Suecia, 1961, 93 minutos
En el jardín de las delicias (1961) |
Los instantes iniciales de Lustgården (1961) pudieran recordar un poco a la puesta en escena de los filmes de Jacques Tati: una sensación de pequeña comunidad provinciana cuyos vecinos se levantan radiantes dispuestos a iniciar una jornada repleta de actividades. Y así, durante dos minutos, los vemos ir de acá para allá sin que nadie pronuncie ni una sola palabra inteligible. Luego la cosa irá evolucionando por otros derroteros, por supuesto, aunque sin perder ni un ápice de ese candor del comienzo.
La acción se sitúa en un impreciso período histórico que lo mismo equivaldría a finales del siglo XIX que a principios del XX. Una época, en todo caso, marcada por los usos y costumbres de un estricto a la vez que hipócrita código social pequeñoburgués basado en la típica dicotomía de "virtudes públicas y vicios privados". Aunque toda esa harmonía impostada de señores con bastón que se quitan el sombrero para saludar y señoritas que pasean bajo sus elegantes sombrillas está a punto de verse alterada en breve.
Se da la circunstancia de que uno de los distinguidos caballeros del lugar ha descubierto que el maestro de la escuela (Gunnar Björnstrand) publicó veinte años atrás, bajo pseudónimo, un libro de poemas titulado Lugares secretos del corazón. Y claro: como nadie es profeta en su tierra y además es peor la envidia del amigo que el odio del enemigo, resulta que son muchos los conocidos del pobre señor Franzén, que así es como se llama el profesor, que se ríen a sus espaldas de los versos que éste escribió cuando joven. Aunque no acaban ahí las habladurías, ya que, por si no fuera poco, el interfecto mantiene una relación sentimental con una camarera que responde al nombre de Fanny (Sickan Carlsson) y que, a su vez, es la madre de una bella veinteañera de padre desconocido llamada Anna (Bibi Andersson).
Ingmar Bergman y Erland Josephson (uno de los habituales de su troupe de actores, aunque en esta ocasión no intervino como intérprete) coescribieron el guion de esta deliciosa comedia de costumbres dirigida por Alf Kjellin cuyo objetivo primordial, aparte de ridiculizar la intolerancia clasista, parece ser que no fue otro sino sentar las bases de cara a la inminente transición al uso de películas en color por parte del cineasta sueco.
Tiene toda la pinta de ser una graciosa comedia con esa carga crítica que señalas.
ResponderEliminarLo es, sin duda. Aunque cuando se estrenó fue un rotundo fracaso de taquilla.
Eliminar