Director: Fernando Ruiz Vergara
España, 1980, 70 minutos
Rocío (1980) de Fernando Ruiz Vergara |
Pocas veces una película ha levantado tantas ampollas como el documental Rocío (1980) de Fernando Ruiz Vergara (1942–2011), la que pasa por ser la primera película secuestrada judicialmente en España tras la restauración de la democracia (juntamente con El crimen de Cuenca, de Pilar Miró). El motivo, aparte de la visión crítica que ofrece la cinta a propósito de la célebre romería, fue que uno de los testimonios entrevistados señalaba a José María Reales Carrasco, antiguo alcalde de Almonte y fundador de la hermandad rociera de Jerez de la Frontera, como responsable de la masacre que tuvo lugar en el pueblo durante los primeros días de la Guerra Civil, lo que acabaría dando lugar a que los hijos del mencionado interpusieran una querella por injurias graves, así como por escarnio y ultraje a la religión católica.
Ruiz Vergara, sevillano de nacimiento aunque criado en Huelva, se había establecido en Portugal tras la Revolución de los Claveles y allí fundó, junto a su colaboradora Ana Vila, una cooperativa dedicada al cine militante. De ahí que, una vez muerto Franco, se decidiese a regresar con la intención de continuar una labor que a la postre acabaría reportándole numerosos quebraderos de cabeza. Y es que el proceso judicial, que se saldó con la mutilación de la película, supuso que el cineasta fuese además condenado a dos meses y un día de arresto mayor, 50.000 pesetas de multa, así como al pago de una indemnización de diez millones de pesetas en concepto de responsabilidad civil. La sentencia, recurrida por Ruiz Vergara ante el Tribunal Supremo, sería ratificada en 1984.
Vista con la perspectiva necesaria, las imágenes de Rocío resultan de una contundencia inapelable, si bien es cierto que el planteamiento general peca un poco de esquemático. Así pues, la voz en off de José Luis Gómez no deja lugar a dudas sobre la parcialidad del punto de vista adoptado, permitiéndose continuamente comentarios tendenciosos del tipo: "... y se transforman en iglesias, o son destruidas, las numerosas y bellísimas mezquitas que construyeron los árabes durante el largo período que dominaron la península".
Con todo y con eso, por muy maniqueos que puedan parecer los argumentos esgrimidos para evidenciar que las élites auspician el fervor religioso con el objetivo de alienar a las masas, son enormemente interesantes los comentarios aportados por Isidoro Moreno desde la óptica de la antropología social, así como las revelaciones del catedrático de Historia del Arte José Hernández Díaz en torno a la costumbre de mutilar las imágenes marianas para poder engalanarlas de manera más ostentosa.
Aquello fue tremendo y es que ir contra estas costumbres es lo que tiene, que te encuentras enfrentado al mundo, a los que creen de verdad y a todos aquellos que se pasan la religión por el forro, pero que no les toquen estas cosas porque se ponen hechos una furia.
ResponderEliminarAl margen de sus imperfecciones, lo cierto es que fue una película audaz, lo cual en nuestro país suele acarrear consecuencias funestas.
EliminarUn documental maldito bastante curioso. La relectura en clave política y social de la romería del Rocío parece bastante atinada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vista hoy día, la película destila un cierto tono demagógico, aunque hay que reconocer que, en su momento, supuso todo un atrevimiento.
EliminarUn abrazo.