Director: Sergio Citti
Italia, 1970, 103 minutos
Ostia (1970) de Sergio Citti |
Debut en la dirección de Sergio Citti (1933–2005), aquel muchacho de la calle que, de la mano de Pasolini, acabaría convirtiéndose en su ayudante y hombre de confianza. De hecho, escribieron juntos el guion de Ostia (1970), curiosa farsa protagonizada por tres personajes marginales, con un punto de inocencia libertaria, que viven, aman y sueñan a orillas del Tirreno.
Bandiera (Laurent Terzieff) y Rabbino (Franco Citti) son dos hermanos cuya existencia de ladronzuelos de poca monta quedó profundamente marcada por algunas vivencias traumáticas que les tocó sufrir durante su niñez. Así, por ejemplo, aprovechando una de las habituales borracheras de su padre, decidieron matarlo arrojándolo desde lo alto de una ventana en represalia por haber sacrificado y cocinado a su querida oveja Rosina. Detalle biográfico bastante revelador que muestra bien a las claras cómo las gastan este par de inadaptados aparentemente inofensivos.
Sin embargo, la apacible realidad de los dos hombres se va a ver súbitamente alterada con la irrupción de una rubia despampanante que responde al nombre de Mónica (Anita Sanders). Como ellos, la muchacha también posee un historial repleto de malas experiencias, lo cual no es óbice para que se muestre encantadoramente desinhibida en todo momento, incluso cuando Bandiera y Rabbino van a dar con sus huesos en la cárcel. Hasta el extremo de que acabarán entablando un triángulo amoroso de fatales consecuencias.
Aparte del cainismo en su vertiente más lumpen, la película aborda especialmente las condiciones de vida de ese subproletariado sin conciencia de clase que tantas veces fuera retratado por Pasolini. Se trata de seres desprovistos de raíces, aparentemente felices en su miseria, pero que albergan una rabia incontenible en su interior, tal y como sucedía con los personajes de su novela Una vita violenta (1959). La misma aspereza, y en eso el filme tiene algo de profético, que apenas un lustro después acabaría dando lugar al asesinato del cineasta italiano en esa misma playa de Ostia.
Una especie de justificación de la violencia, incluso de la maldad, culpando al duro pasado de los protagonistas.
ResponderEliminarEs posible, aunque yo no lo veo así. Para mí se trataría, más bien, de una historia de inspiración ácrata. De hecho, ese toque libertario está presente en prácticamente toda la filmografía de Pasolini.
Eliminar