Director: Francesco Rosi
Italia, 1962, 124 minutos
Salvatore Giuliano (1962) de Francesco Rosi |
Más que como una película biográfica al uso, Rosi planteó su Salvatore Giuliano (1962) en unos términos que la alejan de la eventual mitificación del personaje central. Así pues, la puesta en escena, minuciosamente documentada, convierte al célebre bandido siciliano en una figura escurridiza, casi una leyenda, de la que apenas vemos su cadáver y poco más. Entre otras cosas porque el objetivo de un filme de tales características no es tanto la recreación histórica de los hechos, sino evidenciar hasta qué punto los poderes públicos y la mafia se apropiaron de la popularidad de Giuliano con fines partidistas.
El trasfondo en el que discurre la acción, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1960, sitúa al espectador en un contexto convulso marcado por la violencia y la miseria de una de las regiones más deprimidas de toda Italia. De hecho, Turiddu (que es como apodaban cariñosamente a Giuliano) fue un miembro activo del movimiento en favor de la independencia de Sicilia, si bien extrañas circunstancias, nunca del todo aclaradas, harían que el 1 de mayo de 1947 acabase protagonizando la masacre de Portella della Ginestra contra manifestantes comunistas.
Partiendo del hallazgo del cuerpo sin vida del forajido, el 5 de julio de 1950, el relato se articula en forma de flashback hasta desembocar en la expectación del macrojuicio contra los encausados, la mayoría vecinos de Montelepre, en la provincia de Palermo. Serán arduas sesiones en las que unos y otros se desdicen de su propio testimonio, acusándose mutuamente y sin que parezca factible llegar a conclusiones convincentes que pudieran esclarecer lo sucedido.
Salvo Randone, en el papel de juez, y Frank Wolff, como Gaspare Pisciotta (lugarteniente de Giuliano y sospechoso de haberlo traicionado), fueron los únicos actores profesionales en un reparto cuyos intérpretes procedían mayoritariamente de la misma extracción social humilde que encarnan en la pantalla. Daba inicio, así, un tipo de cine político con aires de investigación del que el propio Francesco Rosi iba a ser uno de los máximos exponentes con títulos como Il caso Mattei (1972) o Cadaveri eccellenti (1976).