Título original: Paris Blues
Director: Martin Ritt
EE.UU., 1961, 98 minutos
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Un día volveré (1961) de Martin Ritt |
Aparte de una novela de Juan Marsé, Un día volveré fue también, y mucho antes, el título con el que se estrenó en España Paris Blues (1961), entrañable drama romántico en blanco y negro (de los que ya no se hacen) ambientado en los clubs de jazz de la capital francesa. Duke Ellington se encargó de su excelente banda sonora y el trompetista Louis Armstrong interpreta un pequeño papel de estrella que es recibida en olor de multitudes. El reparto lo encabezaban Paul Newman y su esposa, Joanne Woodward, en una época en la que el matrimonio, pareja de moda en Hollywood, llegó a coprotagonizar una decena larga de películas.
El argumento, a partir de un relato de Harold Flender, gira en torno a dos jóvenes turistas norteamericanas (Diahann Carroll y Joanne Woodward) que llegan a la ciudad para pasar unas vacaciones y terminan enamorándose de dos compatriotas (Sidney Poitier y Paul Newman) que residen allí desde hace años ganándose la vida como saxofonista e intérprete de trombón, respectivamente. El romance entre ambas parejas, que pasean noche y día por los enclaves más típicos de la geografía parisina, desde las inmediaciones de Notre-Dame a orillas del Sena hasta el Sacré Cœur y Montmartre, servirá como pretexto para abordar de fondo otros asuntos de mayor calado, como por ejemplo la drogodependencia o la cuestión racial.
Sin embargo, enseguida se hace evidente que la química entre los cuatro funciona circunstancialmente, pero que no podría prolongarse en una relación duradera. A fin de cuentas, tanto Ram (Newman) como Eddie (Poitier) se han habituado a una vida bohemia en Europa que les proporciona la libertad y el respeto de los que difícilmente gozarían en Estados Unidos. Ellas, en cambio, pasado el primer flirteo, demandan una estabilidad que los jazzmen ni pueden ni quieren ofrecerles.
En un primer momento se barajó la posibilidad de contar la historia de una pareja interracial, algo que los estudios descartaron de inmediato ante el temor de que dicho tema, tabú en la sociedad norteamericana de aquel entonces, generase el rechazo por parte del público. En su lugar se optó por una solución mucho más convencional, además de repartir el protagonismo entre dos parejas (en la novela sólo había una). Y así, una vez que se deshace la magia, cada cual regresa a su rutina. Dando muestras de genialidad, la puesta en escena de Martin Ritt culmina con unos operarios que tapan el enorme cartel de Wild Man Moore (Armstrong) para colocar encima un anuncio de enciclopedias Larousse: sutil metáfora de la gloria y los amores pasajeros.