domingo, 3 de agosto de 2025

Un día volveré (1961)




Título original: Paris Blues
Director: Martin Ritt
EE.UU., 1961, 98 minutos

Un día volveré (1961) de Martin Ritt


Aparte de una novela de Juan Marsé, Un día volveré fue también, y mucho antes, el título con el que se estrenó en España Paris Blues (1961), entrañable drama romántico en blanco y negro (de los que ya no se hacen) ambientado en los clubs de jazz de la capital francesa. Duke Ellington se encargó de su excelente banda sonora y el trompetista Louis Armstrong interpreta un pequeño papel de estrella que es recibida en olor de multitudes. El reparto lo encabezaban Paul Newman y su esposa, Joanne Woodward, en una época en la que el matrimonio, pareja de moda en Hollywood, llegó a coprotagonizar una decena larga de películas.

El argumento, a partir de un relato de Harold Flender, gira en torno a dos jóvenes turistas norteamericanas (Diahann Carroll y Joanne Woodward) que llegan a la ciudad para pasar unas vacaciones y terminan enamorándose de dos compatriotas (Sidney Poitier y Paul Newman) que residen allí desde hace años ganándose la vida como saxofonista e intérprete de trombón, respectivamente. El romance entre ambas parejas, que pasean noche y día por los enclaves más típicos de la geografía parisina, desde las inmediaciones de Notre-Dame a orillas del Sena hasta el Sacré Cœur y Montmartre, servirá como pretexto para abordar de fondo otros asuntos de mayor calado, como por ejemplo la drogodependencia o la cuestión racial.



Sin embargo, enseguida se hace evidente que la química entre los cuatro funciona circunstancialmente, pero que no podría prolongarse en una relación duradera. A fin de cuentas, tanto Ram (Newman) como Eddie (Poitier) se han habituado a una vida bohemia en Europa que les proporciona la libertad y el respeto de los que difícilmente gozarían en Estados Unidos. Ellas, en cambio, pasado el primer flirteo, demandan una estabilidad que los jazzmen ni pueden ni quieren ofrecerles.

En un primer momento se barajó la posibilidad de contar la historia de una pareja interracial, algo que los estudios descartaron de inmediato ante el temor de que dicho tema, tabú en la sociedad norteamericana de aquel entonces, generase el rechazo por parte del público. En su lugar se optó por una solución mucho más convencional, además de repartir el protagonismo entre dos parejas (en la novela sólo había una). Y así, una vez que se deshace la magia, cada cual regresa a su rutina. Dando muestras de genialidad, la puesta en escena de Martin Ritt culmina con unos operarios que tapan el enorme cartel de Wild Man Moore (Armstrong) para colocar encima un anuncio de enciclopedias Larousse: sutil metáfora de la gloria y los amores pasajeros.



sábado, 2 de agosto de 2025

Éxodo (1960)




Título original: Exodus
Director: Otto Preminger
EE.UU., 1960, 208 minutos

Éxodo (1960) de Otto Preminger


Ari Ben Canaan se acercó andando muy lentamente hasta encontrarse delante de Kitty. Y mirándola fijamente a los ojos cayó de rodillas, le rodeó la cintura con los brazos y apoyó la cabeza contra su cuerpo. Ari Ben Canaan lloraba. ¡Sonido extraño y terrible el de sus sollozos! En aquel momento su alma se derramaba al exterior, llorando por todas las veces que en su vida no había osado llorar. Sollozaba con un pesar sin límites. Kitty apretaba la cabeza de Ari contra su cuerpo, le acariciaba el cabello y murmuraba palabras de consuelo.

Leon Uris
Éxodo
Traducción de Baldomero Porta

Cualquiera se pone a comentar Éxodo (1960) con la que está cayendo en Gaza. Y, sin embargo, sorprende lo poco que han cambiado las cosas al cabo de los años. En todo caso, han ido a peor. Dicho lo cual, parece lícito preguntarse si es que la condición humana no tiene remedio. En fin...

Con sus tres horas y media de duración, la cinta que nos ocupa, inequívocamente pro-sionista, supuso el primer trabajo de envergadura de Paul Newman tras dejar la Warner. Aunque hubo quien cuestionó si el actor era el candidato idóneo para encarnar a un líder judío, crítica que también se hizo extensiva a otros miembros del reparto como Eva Marie Saint o Sal Mineo, quien optó al Óscar a mejor secundario por su papel de Dov Landau.



Se ha dicho también que la novela de Leon Uris carecía de interés desde un punto de vista literario y que tanto Otto Preminger como su guionista Dalton Trumbo, rehabilitado por el director de origen vienés pese a haber figurado en las listas negras del macartismo, hicieron esfuerzos ímprobos por borrar el marcado sesgo antibritánico del texto original.

Con todo y con eso, no puede negarse la fuerza dramática de una superproducción épica, controvertida donde las haya, cuya primera parte se centra en la angustiante odisea de los miles de refugiados que esperan a bordo de un barco (otro tema de candente actualidad: tampoco en esto hemos avanzado mucho) y la segunda, ya en suelo palestino, aborda los intríngulis de la lucha armada en el espinoso camino que condujo a la creación del Estado de Israel.



viernes, 1 de agosto de 2025

Desde la terraza (1960)




Título original: From the Terrace
Director: Mark Robson
EE.UU., 1960, 150 minutos

Desde la terraza (1960) de Mark Robson


Superproducción en cinemascope de la Twentieth Century-Fox magistralmente dirigida por el canadiense Mark Robson (1913-1978), con guion de Ernest Lehman a partir de la novela homónima de John O'Hara y una excelente banda sonora de Elmer Bernstein. Como en tantas ocasiones por aquellos años, el reparto de From the Terrace (1960) volvía a estar encabezado por Paul Newman y Joanne Woodward, pareja de moda en Hollywood que replicaba en la pantalla su rol de marido y mujer.

Cuando Alfred Eaton (Newman) regresa a casa de sus padres tras haber participado en la Segunda Guerra Mundial, se encuentra con un panorama desolador: una madre alcohólica y adúltera (Myrna Loy) y un padre autoritario y eternamente malhumorado (Leon Ames) que no ha superado la muerte de su hijo mayor y espera (y aun exige) que Alfred trabaje con él dirigiendo la fábrica familiar. Pero el joven tiene sus propios planes, por lo que pronto emprende el vuelo en busca de nuevos horizontes con la firme decisión de hacer fortuna.



Ni que decir tiene que, con semejante planteamiento, los personajes obedecen a una lógica bastante plana, de modo que Mary St. John (Woodward), sus padres y el clan de los MacHardie responden a un perfil arrogante, incluso reaccionario, que promueve sacrificar la propia felicidad en aras de la estabilidad empresarial, mientras que en el hogar de los Benzinger, en cambio, se respira una cordialidad, ajena al pragmatismo neoyorquino, que enseguida seduce a Alfred. Sobre todo cuando descubre en Natalie (Ina Balin) la ternura que hasta entonces no había conocido.

En realidad, de lo que habla la película es de cómo los matrimonios de conveniencia garantizan la buena marcha de los negocios, aunque rara vez proporcionen la felicidad. Y de cómo el divorcio es un gran invento que, en las sociedades modernas, permite deshacer los compromisos adquiridos para, si se presenta la ocasión, volverse a casar después, a ser posible por amor. Asimismo, y en última instancia, la cinta también encierra una profunda reflexión en torno a la idea de que en la vida no todo pasa por el éxito profesional, sino que más vale rodearse de gente con principios antes que venderse para llegar a lo más alto.